Consejos Homiléticos

 
 
CONSEJOS HOMILÉTICOS PARA 
PREDICADORES CRISTIANOS 
 
I. INTRODUCCIÓN 
 
Hace varios años un joven predicador pentecostal fue invitado a entregar el mensaje 
principal, durante la celebración nacional del Día del Pastor en su Denominación. Como el 
muchacho provenía de una provincia rural, la idea de predicar en Santiago, la capital de 
Chile, era de propio atemorizante. Los miedos de nuestro principiante se acentuaban, pues 
en su iglesia jamás había tenido la oportunidad de predicar en una reunión importante, ni 
siquiera durante algún culto dominical. 
 
Cuando llegó la hora, el Templo estaba repleto. Todos los pastores de la Denominación 
estaban allí. También asistió como invitado especial un connotado Evangelista, a quien el 
joven de esta historia admiraba entrañablemente. Antes de subir a la plataforma, con una 
voz entrecortada le pidió al Señor que su gracia le acompañara. 
 
Después de una temerosa introducción, la asamblea comenzó a responder con fervorosos 
aleluyas y glorias a Dios. Nuestro pregonero se envalentonó, habló con todo el corazón, su 
garganta enrojeció entre exhortaciones y expresiones de alabanza. Alcanzó el clímax del 
mensaje y al final oró por una sobreexaltada audiencia que le despedía con alabanzas para 
el Señor y las correspondientes tres glorias a Dios. 
 
El muchacho estaba en éxtasis. Su corazón estaba agitadísimo. Se sentó en su banca, como 
un grande. Sus ojos no daban crédito al alboroto que la Palabra del Señor había provocado 
en la Asamblea. Mientras disfrutaba su minuto de gloria, un humilde hermano se le acercó. 
Otro más va a felicitarme, pensó nuestro predicador, con un dejo de orgullo. Efectivamente, 
el hermano se le acerca y le dice: “excelente...maravilloso...lo felicito...pero...el que murió 
apedreado fue Esteban y no Felipe”. 
 
De más está decir que la enseñanza más grande que aquel principiante recibió aquella 
noche, fue acerca de la humildad que debe manifestar siempre el que pregona las sublimes 
verdades del Señor. 
 
Esperando ser fiel a esta cuota de humildad, el autor de estas sencillas notas se plantea los 
siguientes propósitos a través de este folleto. En primer lugar se procura ofrecer al lector una 
serie de consejos teóricos y prácticos para ayudarle a preparar sermones bíblicos y
predicarlos con eficiencia. En segundo lugar se intenta con estas notas animar a los 
predicadores principiantes a valorar este bello ministerio, procurando realizarlo siempre bajo 
la inspiración del Espíritu Santo. En tercer lugar el autor anhela que los lectores desarrollen 
un fervoroso amor por las sagradas Escrituras y su estudio sistemático. Por último, se espera 
que este escrito sirva de base para la celebración de Talleres y Seminarios para 
predicadores en la Iglesia Local. 
 
Para facilitar el estudio y aplicación de este texto, se ha dividido en dos partes principales. 
En la primera de ellas, ofrecemos cuatro capítulos con la siguiente información: En el primer 
capítulo se entregan una serie de elementos introductorios, como conceptos básicos y 
aclaraciones. También se presenta allí la estructura general de un bosquejo homilético para 
elaborar un sermón. A partir de esta herramienta, se comienzan a definir sus partes, 
partiendo con el Propósito, el Asunto y el Tema. En el segundo capítulo se aborda el 
elemento principal de un bosquejo homilético: la Proposición. Es importante no confundirla 
con el Propósito, y para ello, se darán a conocer diferentes tipos de proposiciones y las 
formas de construirlas. El tercer capítulo dará cuenta de lo que llamamos el cuerpo del 
sermón. En términos del bosquejo homilético, esto corresponde a las Divisiones Principales y 
a las Subdivisiones. Más adelante en el cuarto capítulo se presentará la confección de la 
introducción y la conclusión del sermón y su ubicación dentro del bosquejo homilético. 
 
La segunda parte de este texto contempla dos capítulos, más una conclusión. El capítulo 
quinto ofrece una clasificación de los diferentes tipos de sermones, con algunos ejemplos y 
actividades que el lector debe desarrollar. El capítulo sexto contempla una serie de consejos 
básicos para que el predicador pueda desarrollar su ministerio en forma eficiente. Por último 
la conclusión ofrece algunas sugerencias adicionales y algunas consideraciones del autor de 
estas notas. 
 
Con el propósito de motivar al lector a profundizar sus estudios homiléticos, se han incluido 
notas al pie de página con los textos que han sido citados en estos apuntes. Estos textos se 
dan a conocer al final en la bibliografía en forma sumaria. Además, en la medida de lo 
posible, se ha señalado la fuente de los aportes o bosquejos usados en estas notas, que no 
sean de propiedad del autor, evitando cualquier forma de plagio intelectual. 
 
Por último, el joven predicador de la historia, ahora con algunos años más en el cuerpo, 
agradece al Señor el permitirle escribir este texto, con el anhelo de contribuir humildemente 
con la extensión del Reino de Dios. 
 
 
II. PRIMERA PARTE: EL SERMÓN BOSQUEJADO 
 
Es incuestionable que la Predicación es un proceso comunicacional. Esto significa que el 
predicador es un emisor, el auditorio son sus receptores y el sermón es el mensaje. En este 
sentido, el canal o código empleado para enviar el mensaje es una estructura, lógicamente 
elaborada, sistemáticamente organizada y espiritualmente inspirada. 
 
La ciencia que estudia el proceso de elaboración de sermones cristianos es la Homilética y la 
estructura básica de construcción de estos sermones recibe el nombre de Bosquejo 
Homilético. En el siguiente capítulo se abordarán los elementos introductorios de la 
homilética. También se presentará la estructura general de un bosquejo homilético, la cual 
estará acompañada de la explicación de sus partes iniciales. En los capítulos posteriores se 
continuará paulatinamente el estudio de los demás componentes básicos del bosquejo 
homilético. 
 
 
CAPITULO 1: 
LA HOMILÉTICA Y EL BOSQUEJO 
 
Uno de los principales deberes de todo creyente es predicar el evangelio sin distinción de 
personas; o sea, a toda criatura (Mr. 16:15) Lamentablemente, muchos cristianos rehuyen 
esta responsabilidad endosándosela a los pastores, los evangelistas o los misioneros. ¿Por 
qué ocurre esto? Las razones pueden ser muy variadas, pero principalmente consideramos 
que los púlpitos en la actualidad carecen de personas que tomen en serio el maravilloso 
ministerio de la Predicación. 
 
Un sencillo análisis de los primeros cinco versículos del cuarto capítulo de la segunda carta 
del apóstol Pablo a Timoteo, nos bastará para reconocer la relevancia que tenía la 
predicación en el corazón de los primeros siervos del Señor. Pablo “encarece” a Timoteo a 
predicar la Palabra. Esto es interesante, ya que muchas personas consideran que basta con 
predicar lindos testimonios o edificantes experiencias que inflamen las emociones de los 
oyentes, sin valorar en lo más mínimo el contenido bíblico del sermón. Otros, más 
intelectuales, transforman los púlpitos en verdaderas cátedras de Historia, Filosofía o 
Sociología, perdiendo de vista el sustento Teológico de todo mensaje cristiano. Incluso los 
más místicos, abusan de su condición de predicadores para hacer gala de supuestas 
revelaciones o proféticos arrebatos, muchas veces tremendamente alejados de la verdad de 
Dios. ¡Qué vigentes nos resultan hoy las palabras del Apóstol de los gentiles! “...que 
prediques LA PALABRA... ¿Cómo tenía que llevar adelante este ministerio el joven 
Timoteo? Siendo sobrio en todo, soportando las aflicciones y haciendo obra de evangelista. 
En definitiva, cumpliendo su ministerio. 
 
1. LA HOMILÉTICA 
 
La primera cuestión que debemos abordar en este breve texto es saber ¿Qué es la 
Homilética? Manfred A. Bluthardt nos ofrece una interesante explicación de este importante 
concepto. 
 
La palabra “homilética” es la latinización del término griego omilew = declarar, confesar. O el 
verbo dmologew = platicar, charlar (Hch. 20:11; 24:26; Lc. 24:14). Se trata de un compuesto 
de dos palabras: “homo” = prefijo de dmoz que significa = semejante, parecido; y “lego” lego 
= decir1
 
En este sentido, Homilética significa algo así como realizar una confesión fidedigna. Decir lo 
mismo, en el sentido de no alterar el contenido de un mensaje. No obstante en términos 
académicos la Homilética es el proceso mediante el cual se elabora un sermón que 
comunica el mensaje de la Palabra de Dios en forma fidedigna. 
 
La Homilética es una ciencia que se relaciona con el arte de la predicación, la cual a su vez, 
puede ser definida en palabras de Andrés Blackwood como la verdad de Dios, proclamada 
por una personalidad escogida, a fin de satisfacer necesidades humanas. En esta 
explicación, el aspecto más relevante de la predicación, para Dios, lo constituye el auditorio. 
Pues tanto el mensaje como el mensajero escogido, son empleados por el Señor para 
satisfacer las necesidades de los oyentes. Si son inconversos, su principal necesidad será la 
salvación de sus almas. Si son nuevos creyentes, requerirán un sermón didáctico que les 
instruya sobre alguna doctrina bíblica importante. Si es una familia que acaba de perder un 
ser querido, necesitarán una divina caricia y un aliento pastoral de parte del predicador. La 
predicación en este sentido es, junto con el predicador, un poderoso instrumento divino para 
satisfacer necesidades humanas. 
 
 
2. EL BOSQUEJO 
 
La estructura básica de un sermón se denomina Bosquejo Homilético. Este es algo así como 
el esqueleto para el cuerpo humano. Sus diferentes partes son como los pilares y cadenas 
de una casa en construcción. No es el sermón en sí, sino su estructura fundamental. En el 
bosquejo se puede apreciar claramente el tema, el propósito y las verdades principales que 
el predicador expondrá mientras predica. 
 
 
1 Bluthardt, Manfred, Homilética 1, FLET, p. 8 
 
El propósito fundamental de este texto es que el lector sea capaz de conocer y dominar 
todas las partes del bosquejo, para así ser capaz de elaborar adecuada y eficazmente un 
sermón. Aunque los homiletas difieren en cuanto a cuáles son las partes que debe contener 
un Bosquejo Homilético, a continuación se presentará una estructura que poco a poco está 
siendo más empleada en los púlpitos chilenos. Se ha considerado prudente mostrar las 
partes del sermón en forma de acciones concretas que el predicador debe realizar en la 
confección del mensaje. 
 
ACCIONES FUNDAMENTALES PARA ELABORAR UN SERMÓN HOMILÉTICO 
 
1) Oír al Señor y observar la realidad de la iglesia, para determinar cuáles son 
las necesidades concretas del auditorio. 
2) Determinar el PROPÓSITO GENERAL y el PROPÓSITO ESPECÍFICO que 
el sermón deberá cumplir. 
3) Escoger y analizar un TEXTO BÍBLICO que contenga material suficiente 
como para elaborar un sermón. 
4) Reconocer el ASUNTO del sermón. 
5) Determinar el TEMA del sermón. 
6) Redactar la PROPOSICIÓN 
7) Plantear una INTERROGANTE SERMONARIA. 
8) Responder la interrogante sermonaria mediante la ORACIÓN DE 
TRANSICIÓN. 
9) Reconocer la PALABRA CLAVE. 
10) Formular las DIVISIONES PRINCIPALES. 
11) Elaborar las SUBDIVISIONES para cada división principal. 
12) Redactar la CONCLUSIÓN. 
13) Redactar la INTRODUCCIÓN. 
14) Buscar material ilustrativo. 
 
Estas decisiones debieran producir un bosquejo con el siguiente orden: 
1. Tema: 
2. Texto. 
3. Propósito General: 
4. Propósito Específico: 
5. Introducción: 
6. Proposición: 
7. Interrogante Sermonaria: 
8. Oración de Transición: 
9. Divisiones y subdivisiones: 
10. Conclusión: 
 
Aunque el orden de las decisiones analizadas anteriormente difiere levemente del 
ordenamiento del Bosquejo, el lector no debe confundirse. Lo que ocurre es que el proceso 
lógico de construcción del sermón es un poco distinto al proceso de exposición del mismo. 
Se seguirá la lógica de confección del sermón en los contenidos que a continuación se 
presentan: 
 
3. NECESIDAD DE LA CONGREGACIÓN O PÚBLICO 
 
Como ya lo señalamos al definir el concepto de predicación, el elemento primordial en la 
homilética es el público y sus necesidades. Por lo tanto es de vital importancia procurar 
conocer cuáles son las necesidades concretas de la audiencia a la cual predicaremos la 
Palabra de Dios. 
 
¿Cómo saber acerca de qué predicar? Existen varias formas para abordar este problema. 
Sin embargo, es necesario insistir en que el sermón debe satisfacer las necesidades de la 
audiencia. Para ello, el predicador debe estar en comunión con el Señor. De este modo Dios 
podrá inspirarle y motivarle a hablar sobre cuestiones relevantes, urgentes y necesarias para 
su pueblo. El predicador también debe estar informado del acontecer mundial, nacional y 
local, así su mensaje podrá estar mejor contextualizado y en sintonía con los problemas 
cotidianos. Por otra parte un buen predicador sabe aprovechar situaciones especiales, como 
celebraciones, acontecimientos sociales, efemérides servicios especiales u otros eventos 
para ofrecer una palabra apropiada al momento. 
 
En este orden de cosas el tino y el sentido común, muchas veces juegan un rol 
preponderante. Esto se señala, pues, en no pocas oportunidades fervientes predicadores 
transforman un culto fúnebre en una campaña evangelística, o un matrimonio en un culto de 
avivamiento. Un refrán muy añoso se aplica a la perfección: “un lugar para cada cosa y cada 
cosa en su lugar”. Un poco de humor, por aquí; un poco de solemnidad por allá. En otras 
palabras, no basta con detectar la necesidad del auditorio, el predicador además debe 
manifestar la actitud correcta. 
 
 
4. PROPÓSITO 
 
Una vez que el predicador ha resuelto cuál es la necesidad de su audiencia, deberá 
determinar qué propósito tiene el sermón que predicará. James D. Crane cita a William M. 
Taylor, autor del libro “The Ministry of the World, quien comenta: 
 
Analizando las cualidades que contribuyen a la efectividad del sermón...pongo en primer lugar 
la precisión del propósito. Cada sermón debe tener a la vista una meta clara...Antes de 
sentarse a preparar su discurso, el predicador siempre debe preguntarse a sí mismo: ¿Cuál es 
mi propósito en este sermón? Y no debe dar un solo paso más sino hasta haber formulado en 
su mente una contestación definida a esta pregunta2
 
Como lo señalábamos, establecer el propósito del sermón es una decisión muy importante. 
Varias razones lo justifican. Cuando el predicador tiene un propósito definido, la selección del 
texto para alcanzar este propósito será más sencilla. También se le facilitará la 
determinación de un tema para el sermón. Incluso, un sermón con un propósito bien definido 
impedirá que el expositor se “vaya por las ramas”. 
 
Alguien ha dicho que un sermón sin un propósito definido es como un arquero sin un blanco 
al que tirar. ¿Cuántas veces hemos sido testigos de predicadores que disparan al aire, a 
diestra y siniestra, sin concretar en nada definido? Aunque estos predicadores hubiesen sido 
excelentes personas, el error estuvo en no tener un propósito bien definido. 
 
Para que el lector pueda aclarar su blanco y acertar justo en el centro, se ofrecen a 
continuación varios propósitos generales de la predicación, a partir de los cuales, 
posteriormente se pueden extraer los propósitos específicos. 
 
EL PROPÓSITO GENERAL 
 
1. PROPÓSITO EVANGELÍSTICO. 
Es aquel que se plantea cuando en el auditorio se encuentran personas inconversas, 
cuya principal necesidad evidentemente es aceptar a Jesucristo como su Señor y 
Salvador. 
 
2. PROPÓSITO DOCTRINAL. 
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita una explicación, aclaración o 
presentación de una o más doctrinas bíblicas concretas. 
 
3. PROPÓSITO DEVOCIONAL. 
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita una inspiración para motivarse a 
adorar, alabar o rendirse ante el Señor, en una forma más definida y decidida. 
 
4. PROPÓSITO ÉTICO MORAL. 
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita ser corregido, advertido, exhortado, 
reprendido o desafiado en cuanto a situaciones o conductas reñidas con la ética o la 
moral cristianas. 
 
 
2 Crane, James D., El Sermón Eficaz, CBP, 1991, p. 57 
 
5. PROPÓSITO DE ALENTAR 
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita recibir aliento en medio de una 
situación difícil o problemática. 
6. PROPÓSITO CONSAGRACIONAL. 
Es aquel que se plantea cuando el auditorio necesita ser motivado a brindar un servicio más 
comprometido al Señor. 
 
EL PROPÓSITO ESPECÍFICO. 
Una vez definido el Propósito General del sermón, el predicador debe redactar el Propósito 
Específico de este. Para ello debe analizar la meta definida que desea alcanzar a través de 
su sermón. La redacción del Propósito Específico se lleva a cabo de la siguiente manera: 
 
• Se escribe un verbo en infinitivo que describa la acción concreta que se desea lograr. 
• Después del verbo en infinitivo se identifica el auditorio con el cual se intentará alcanzar 
este Propósito Específico. 
• Por último se escribe el contenido sermonario a través del cual se llevará a cabo el 
Propósito Específico. 
 
Por ejemplo: 
 
“Inspirar” “a los varones de la Congregación” “a manifestar delicadeza con sus esposas” 
Verbo en 
Infinitivo 
Auditorio con el cual 
se alcanzará el 
Propósito 
Contenido sermonario mediante 
el cual se llevará a cabo el 
propósito específico. 
 
• Motivar a los jóvenes a vivir en santidad. (Devocional) 
• Advertir a los matrimonios de los peligros de la incomunicación. (Ético-Moral) 
 
Al analizar los Propósitos Específicos anotados anteriormente se puede apreciar que cada 
uno de ellos se derivan de un Propósito General. 
 
Propósito General: Evangelístico 
Propósito Específico: Convencer a los oyentes que Jesucristo es el único medio de 
salvación. 
 
P. General: Doctrinal 
P. Específico: Enseñar a los hermanos las características de la Salvación. 
 
P. General: Devocional 
P. Específico: Motivar a los hermanos a enfrentar los problemas con fe en Cristo. 
 
P. General: Ético – Moral 
P. Específico: Exhortar a los hermanos a evitar los vicios de la pereza. 
 
P. General: De Aliento 
P. Específico: Alentar a los deudos a enfrentar la pérdida del ser querido con el cariño de la 
Iglesia. 
 
 
5. TEXTO 
 
El texto, en general, lo constituye todo el material bíblico que el predicador empleará en la 
preparación y exposición de su sermón. Sin embargo, en términos específicos, es aquélla 
porción de la Palabra de Dios que el predicador lee a su auditorio y que luego procede a 
exponer. La palabra “Texto” proviene del latín textum y significa tejido o trama. Por ello, es 
que es importante determinar qué función cumple este texto en la trama total del libro bíblico 
del que se extrae el texto. 
 
Para seleccionar adecuadamente el texto bíblico que el predicador empleará en su sermón, 
se deben considerar algunas sugerencias. Hay que seleccionar pasajes bíblicos cuya 
interpretación no sea oscura u objeto de controversias. Debe ser un texto que permita 
alcanzar el propósito del sermón y en el cual esté contenido el tema del mismo. Se debe 
procurar considerar toda la Biblia y no predicar siempre acerca del mismo texto. Debe ser un 
pasaje bíblico del que se pueda extraer bastante material, de tal manera que la congregación 
sea enriquecida, educada e inspirada. 
 
La mayoría de los escritores de homilética sugieren almacenar los pasajes bíblicos de los 
que se predica. De esta manera el predicador dispondrá de un archivo homilético bien 
surtido. Sin embargo, además de esto, el buen predicador no sólo debe leer la Biblia, sino 
también estudiarla en forma seria y sistemática. Además debe procurar tomar notas cuando 
otro predicador expone la Palabra. De esta manera puede obtener buenas ideas para sus 
propios sermones y por otra parte ello le ayudará a evitar ciertos errores o equivocaciones. 
 
Para que la elección del texto bíblico sea completa, el buen predicador deberá dedicar 
tiempo a interpretar adecuadamente el pasaje seleccionado. A este proceso de 
interpretación se le denomina exégesis (proviene del griego y significa “extraer”). Para llevar 
a cabo esta tarea se emplean las reglas de la hermenéutica que es la ciencia de la 
interpretación bíblica. Como el propósito de este apunte es más bien limitado, se ofrece a 
continuación un modelo de lo que debiera ser una exégesis muy básica de cualquier pasaje 
bíblico sobre el cual se desee predicar. 
 
1. Análisis Del Contexto. 
a. Identificar la naturaleza del Libro Bíblico en el cual se encuentra el pasaje a 
interpretar. 
1) ¿Es del Antiguo o del Nuevo Testamento? 
2) ¿Es un evangelio, una carta, un texto profético, etc? 
3) ¿Tiene relación directa con otro libro similar? (Por ejemplo: los evangelios, las 
cartas de Pablo, Esdras y Nehemías, etc.) 
b. Estudiar los elementos claves del Libro Bíblico en el cual se encuentra el pasaje. 
1) ¿Quién escribió el Libro? 
2) ¿A quiénes fue escrito el Libro originalmente? 
3) ¿En qué fecha fue escrito el Libro? 
4) ¿Cuál era el propósito del autor del Libro? 
5) ¿En qué situación (histórica, social, política, religiosa, económica, filosófica, 
emocional o moral fue escrito el Libro? 
c. Determinar qué función cumple el pasaje bajo estudio en el contexto del Libro. 
 
2. Análisis del Pasaje. 
a. Leer el pasaje en varias versiones de la Biblia. 
b. Determinar cuál es el tema central o asunto del pasaje. 
c. Destacar las ideas principales del pasaje. 
d. Identificar en qué género o géneros literarios fue escrito el pasaje. 
e. Extraer y analizar las palabras más importantes del pasaje.3 
f. Evaluar si en el pasaje se emplean citas de otras partes de la Biblia o extrabíblicas. 
 
Se debe recordar aquí que gran parte del material que se obtenga de este análisis, podría 
ser empleado en la exposición del sermón. Al hacerlo, la presentación de la verdad de Dios 
se hace más nutritiva, promoviendo la educación de la congregación que recibe el mensaje, 
junto con una mayor claridad de las ideas vertidas. 
 
6. ASUNTO 
 
 
3 En este caso sugiero utilizar literatura cristiana que permita aclarar los significados de las palabras importantes en los 
idiomas originales en que fue escrita la Biblia. Será de mucha utilidad el Diccionario Expositivo de palabras del Nuevo 
Testamento de W. E. Vine., que también tiene una versión para el Antiguo testamento. También es recomendable el uso 
de la Concordancia Exhaustiva de Strong, recientemente editada en español. Incluso, hasta un buen diccionario bíblico, 
como el de la editorial Certeza, prestará incalculable ayuda. 
Con el Propósito queda claramente resuelto el ¿Para qué predicar?, en cambio, con el 
asunto se procura determinar ¿Qué se va a predicar? El asunto guarda relación con el 
contenido del sermón, por lo tanto está vinculado al texto. 
 
En la breve exégesis que el predicador debe aplicar al texto, se identifica también el asunto 
del pasaje a exponer. La mejor manera de reconocer el asunto de un texto bíblico es leer 
varias veces el pasaje bíblico, hasta lograr identificar la idea general de la que habla. No se 
refiere a varios detalles periféricos, sino a la idea central de la porción bíblica bajo estudio. 
 
Mientras mejor lector de las Sagradas Escrituras es el predicador, logrará con mayor 
facilidad reconocer el asunto de su texto. 
 
Hay pasajes bíblicos muy conocidos en los que resulta muy sencillo determinar el asunto del 
texto. Primera de Corintios 13 nos habla de las cualidades del amor. La carta de Pablo a 
Filemón es un precioso tratado acerca del perdón. El undécimo capítulo de Hebreos nos 
emociona con los héroes de la fe. Sin embargo, el predicador se encontrará con pasajes un 
poco más complejos, en donde la determinación del asunto implicará un mayor tiempo de 
lectura y concentración. La única manera de alcanzar pericia en esta tarea es intentándolo 
una y otra vez. Los predicadores impacientes tienen ministerios muy breves. 
 
 
 
7. TEMA 
 
Una vez que el predicador ha identificado con éxito el asunto del texto de su sermón, debe 
proceder a determinar el tema. Si se dijo que el asunto era la idea general que encerraba el 
pasaje bíblico del cual se va a predicar, el tema entonces es la idea concreta y específica 
acerca de la cual el predicador expondrá en su sermón. 
 
Por ejemplo, si un predicador ha decidido exponer el pasaje de Juan 3:16, entonces sus 
notas mostrarán algo semejante a lo siguiente: 
 
P. General: Evangelístico 
Texto: Juan 3:16 
Asunto: El Amor de Dios 
Tema: El resultado del amor de Dios. (...ha dado a su Hijo...) 
 
Pero, supongamos que otro predicador señale que con este versículo se podría predicar otro 
tema. ¡Excelente! No hay problema, porque en la mayoría de los casos un mismo asunto 
puede dar origen a más de un tema. Siguiendo con el ejemplo: 
 
P. General: Evangelístico 
Texto: Juan 3:16 
Asunto: El Amor de Dios 
Tema: El objetivo del amor de Dios. (...que todo aquél que el él cree, no se pierda...) 
 
Es necesario señalar que la elección del tema debe ser muy cuidadosa. Debe estar 
estrechamente relacionado con el propósito del sermón y por supuesto con el texto. El tema 
tiene que ser relevante, pues con él se pretenden satisfacer las necesidades espirituales de 
la congregación. Es importante no ser repetitivo en cuanto a los temas. En el tema no debe 
estar ausente el testimonio personal del predicador (no se debe ser un “predicador Gatica”, 
...que predica lo que no practica) 
 
 
CAPÍTULO 2: 
LA PROPOSICIÓN: EL CORAZÓN DEL BOSQUEJO 
 
Al llegar a este punto, el predicador se encuentra con la parte más importante de la 
estructura del bosquejo de su sermón: La Proposición. Ella es una especie de resumen de 
todo el sermón. Consiste en la propuesta que el predicador hace a su auditorio, en términos 
de una verdad que será demostrada, una interrogante que se procederá a responder, un 
problema que habrá de solucionarse, un pecado que se denunciará, etc. la proposición 
determina el curso completo del contenido del sermón. Por lo tanto, la elaboración de esta 
pequeña, pero significativa oración resultará fundamental para el expositor de la verdad de 
Dios. 
 
Para que la Proposición esté completa se le debe realizar una Interrogante Sermonaria, que 
luego se responde a través de la llamada oración de transición. De estos elementos 
estructurales trata este capítulo. 
 
1. CLASIFICACIÓN DE LAS PROPOSICIONES 
 
Los distintos expertos en Homilética ofrecen diferentes tipos de proposiciones, dentro de 
ellas se pueden destacar tres clases principales: 
 
1. La Proposición Persuasiva: Es aquella que procura convencer a los auditores de llevar a 
cabo determinadas acciones o transformar sus conductas, con miras a ceñirse a alguna 
verdad bíblica. Las proposiciones persuasivas pueden presentarse de tres formas: 
a. Proposición de DEBER. 
Intenta convencer al oyente que se DEBE realizar algo. 
Ej. Los padres deben disciplinar a sus hijos. 
b. Proposición de PODER. 
Intenta convencer al oyente que se PUEDE realizar algo. 
Ej. Los matrimonios pueden mejorar su convivencia mediante el diálogo. 
 
c. Proposición de VALOR. 
Intenta convencer al oyente respecto de alguna valoración presentada en el sermón. 
Ej. El buen testimonio VALE más que un buen sermón 
 
2. La Proposición Declarativa: Es aquella en la que se afirma o expresa una afirmación en 
tiempo presente, en torno a la cual se desarrollará el Tema del sermón. Por ejemplo: “La 
honestidad produce buenos frutos” 
 SOFTWARE HOMILÉTICO PREDICA (No haga copias ilegales) Consejos Homileticos Para Predicadores Cristianos 
 Pastor Juan Vidal Sandoval 
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3. Proposición Interrogativa: Es aquella que se elabora a través de una pregunta. Por 
ejemplo: “¿Cuáles fueron las cualidades de los siete diáconos? 
 
 
2. LA INTERROGANTE SERMONARIA 
 
Como se ha señalado, la proposición por sí sola no basta para presentar el sermón de 
manera adecuada. Una vez que la proposición ha sido redactada es necesario probarla a 
través de una Pregunta retórica llamada Interrogante Sermonaria. Toda proposición bien 
elaborada debe suscitar al menos una interrogante. A continuación se presentan algunos 
ejemplos: 
 
• Un creyente debe evangelizar sin distinción de personas. 
- Int. Sermonaria: ¿Cuándo un creyente debe evangelizar sin distinción de personas? 
 
• El pastor puede ser buen ejemplo para la congregación. 
- Int. Sermonaria: ¿Cómo puede el pastor ser buen ejemplo para la congregación? 
 
• El buen nombre vale más que las riquezas. 
- Int. Sermonaria: ¿Por qué el buen nombre vale más que las riquezas.? 
 
Como se puede apreciar, son varias las interrogantes que se pueden suscitar de la 
proposición. El experto en Homilética Orlando Costas nos ofrece varias probables preguntas 
que efectuarle a la Proposición, según sea el caso: 
 
a) ¿Quién? Introduce una secuencia de personas para ser enumeradas, identificadas o 
incluidas en la aplicación de algún principio. 
b) ¿Cuál? Introduce una secuencia de cosas, selecciones o alternativas. 
c) ¿Qué? Introduce una secuencia de significados, definiciones y características. 
d) ¿Por qué? Introduce una secuencia de razones u objeciones. 
e) ¿Cuándo? Introduce una secuencia de tiempos, etapas o condiciones. 
f) ¿Dónde? Introduce una secuencia de lugares, orígenes, fuentes y causas. 
g) ¿Cómo? Introduce una secuencia de métodos y formas4 
 
Es importante destacar que cuando la Proposición es interrogativa no se necesita una 
Interrogante Sermonaria. 
 
 
4 Costas, Orlando, Predicación por medio de la Comunicación, p. 73 
 
3. LA ORACIÓN DE TRANSICIÓN 
 
Una vez que la Proposición ha suscitado una Interrogante sermonaria, el predicador debe 
responderla mediante la Oración de Transición. Esta es una frase en la que se debe incluir la 
proposición misma y su respuesta, empleando para ello una palabra clave. Esta palabra 
clave será fundamental en la elaboración de las divisiones que constituirán el cuerpo del 
sermón. A continuación serán considerados algunos de los ejemplos citados anteriormente 
con el propósito de visualizar la confección de la Oración de Transición (O.T.) 
 
Prop. “Un creyente debe evangelizar sin distinción de personas” 
- Int. Sermonaria: ¿Cuándo un creyente debe evangelizar sin distinción de personas? 
- O.T.: Un creyente debe evangelizar sin distinción de personas en las siguientes tres 
situaciones. 
 
Prop. “El pastor puede ser buen ejemplo para la congregación” 
- Int. Sermonaria: ¿Cómo puede el pastor ser buen ejemplo para la congregación? 
- O.T.: El pastor puede ser buen ejemplo para la congregación en cuatro maneras. 
 
Prop. “El buen nombre vale más que las riquezas” 
- Int. Sermonaria: ¿Por qué el buen nombre vale más que las riquezas.? 
- O.T.: El buen nombre vale más que las riquezas por las siguientes dos razones. 
 
Prop. “¿Cuáles fueron los principales errores de Saúl ” 
- O.T. Los principales errores de Saúl fueron cinco. 
 
En este último ejemplo la Proposición es Interrogativa, por lo tanto no existe Interrogante 
sermonaria. 
 
 
 
CAPÍTULO 3: 
EL CUERPO DEL SERMÓN 
 
Lo que llamamos el cuerpo del sermón constituye el contenido del mensaje. Es el texto 
bíblico explicado, ilustrado y aplicado. Se compone de las ideas principales, llamadas 
divisiones y su exposición mediante las subdivisiones. 
 
1. LAS DIVISIONES PRINCIPALES 
 
Son las ideas principales del sermón, las cuales emanan de la proposición, a través de la 
Oración de Transición que responde a la Interrogante Sermonaria. En este procedimiento 
resulta fundamental la palabra clave de la Oración de Transición, pues ella determinará la 
naturaleza de las divisiones. Para una mejor comprensión se presenta a continuación un 
ejemplo. 
 
• Tema: Los resultados de la Justificación por la fe. 
• Texto: Romanos 5:1-5 
• Propósito General: Devocional 
• Propósito Específico: Motivar a los hermanos a valorar los resultados de la Justificación 
por la fe en sus vidas. 
• Proposición: La justificación por la fe produce resultados en la vida del creyente. 
(palabra clave: “resultados”) 
• Interrogante Sermonaria: ¿Cuáles son los resultados que produce la justificación por la fe 
en la vida del creyente? 
• Oración de Transición: La justificación por la fe produce cuatro resultados en la vida del 
creyente. 
• Divisiones: 
 
I. El Creyente justificado tiene paz con Dios (5:1) 
II. El Creyente justificado tiene entrada a la gracia (5:2a) 
III. El Creyente justificado tiene esperanza (5:2b) 
IV. El Creyente justificado tiene paciencia (5:3) 
 
Como ya se ha dicho más arriba, la proposición, la interrogante sermonaria y la oración de 
transición son los elementos que determinan las divisiones principales. En el ejemplo, la 
proposición consistía en una afirmación: “La justificación por la fe produce resultados en la 
vida del creyente”. A esta declaración se le hace la pregunta: ¿Cuáles son los resultados que 
produce la justificación por la fe en la vida del creyente?, la cual es la interrogante 
sermonaria. Por último se responde la interrogante con la oración de transición: La 
justificación por la fe produce cuatro resultados en la vida del creyente. Ya que la palabra 
clave es resultados, entonces cada una de las divisiones debe ser un “resultado” de la 
justificación por la fe. Por otra parte, el hecho de que se mencionen cuatro resultados se 
deriva del análisis del texto, el cual arrojó cuatro conceptos (resultados de la justificación). 
 
Para que la redacción de las divisiones sea más óptima, vale la pena seguir algunas 
recomendaciones. En primer lugar deben ser relevantes y claras. O sea, no es correcto 
elaborar divisiones que no estén justificadas en el texto bíblico, ni tampoco divisiones muy 
complejas, que dificulten la comprensión del mensaje. En segundo lugar, las divisiones 
deben ser simétricas y progresivas. Por simetría se entiende que deben ser similares, en 
cuanto a extensión, contenido y formulación. Por otro lado cuando se exige progresión, se 
espera que las divisiones sigan una secuencia lógica: cronología, grado de importancia, 
complejidad, desde lo general a lo particular u otra forma de presentación. En tercer lugar, 
las divisiones deben procurar presentarse de la forma más variada posible. Por ejemplo, a 
través del tradicional “en primer lugar”... “en segundo lugar”...; otra manera de presentar las 
divisiones es acudiendo cada vez a la proposición o a la interrogante sermonaria y 
responderla mediante la respectiva división, etc. 
 
 
2. LAS SUBDIVISIONES 
 
Una vez formuladas las Divisiones Principales y organizadas en la secuencia más adecuada, 
se debe proceder a desarrollaras una por una. El contenido de las subdivisiones recibe el 
nombre de subdivisiones. Tradicionalmente se ha señalado que las subdivisiones deben ser 
cuatro. La primera de ellas ofrece una explicación de la división. En ella se ofrecen 
elementos aportados por la interpretación del pasaje, aclaraciones teológicas u otros 
contenidos relevantes. La segunda subdivisión consiste en una ilustración de la división en 
desarrollo. Estas ilustraciones pueden ser bíblicas o extrabíblicas y tienen el propósito de 
iluminar o aclarar la explicación de la división. Una tercera subdivisión consiste en aplicar la 
verdad o principio contenido en la división al auditorio. En la aplicación se debe tener mucho 
cuidado de no sacar la verdad bíblica de su contexto. La última división, como 
tradicionalmente se enseñan, tiene el propósito de realizar una exhortación a los oyentes, 
fundamentada en la verdad que se acaba de exponer y que resulte atingente a la realidad y 
necesidad particular de la congregación. 
 
Un ejemplo tomado de la primera de las divisiones del caso antes tratado, podrá ayudar a 
aclarar el procedimiento que se acaba de explicar: 
 
I. El Creyente justificado tiene paz con Dios (5:1) 
A. Explicación: 
El apóstol Pablo les señala a los hermanos de Roma que al recibir la 
justificación por la fe en Cristo, se recibe paz para con Dios. Para ello emplea 
la palabra griega eirene. Con ella se da a entender que la relación rota entre 
Dios y el hombre, producto del pecado, se restablece a través de la paz con 
Dios, que produce la justificación por la fe. 
 
B. Ilustración: 
Faltando pocos minutos para que la sentencia de morir en la silla eléctrica se 
cumpliera para Bill, el caso del asesinato tuvo un vuelco inesperado. Uno de 
los implicados confesó ser el culpable, y con ello se dejaba en claro que Bill 
era solamente un cómplice. El terror de la muerte dejó al arrepentido Bill, y 
por primera vez en tres años tuvo paz en su alma. 
 
C. Aplicación: 
De manera similar a Bill, el condenado, la sombra de la muerte eterna 
golpeaba nuestros corazones. La culpa de nuestro pecado nos enemistaba 
con Dios y eso solo podía provocar su justo juicio en nuestra contra. Sin 
embargo, al aceptar por la fe al Señor Jesucristo, su justicia fue ofrecida 
gratuitamente por nosotros, la sentencia recayó sobre él, y no siendo 
culpable, sino inocente, murió por nosotros. En aquella cruz se cumplió la 
profecía de Isaías: “el castigo de nuestra paz fue sobre él” 
 
D. Exhortación: 
Abandonemos toda angustia, preocupación e intranquilidad. Si la justicia de 
Cristo nos ha cubierto, hoy podemos disfrutar de la tan anhelada paz. 
 
Sin perjuicio de lo anterior, cabe señalar que esta no es la única forma de desarrollar las 
subdivisiones. A continuación se señalan algunas técnicas para fabricar las subdivisiones. 
 
1) Subdivisiones Interrogativas. 
En este caso el predicador puede efectuar preguntas a la División, las cuales se 
responden a través del texto. Cada pregunta y su respuesta constituyen una subdivisión. 
 
2) Subdivisiones Expositivas. 
Estas subdivisiones se construyen mediante definiciones, explicaciones, negaciones u 
otra manera de exponer la división. 
 
 
3) Subdivisiones Argumentativas. 
Muy similares a las anteriores, las subdivisiones argumentativas emplean razonamientos 
que procuran demostrar la verdad considerada en la división, esta clase de subdivisiones 
se prestan para los sermones con valor apologético o evangelístico. Los testimonios o 
experiencias son excelentes formas de argumentación. 
 
4) Subdivisiones Narrativas. 
Son aquellas que se utilizan cuando la división consiste en describir un episodio histórico, 
cronológico o biográfico. La secuencialidad dependerá del contenido del mensaje. 
 
Vale la pena recordar que las subdivisiones no se anuncian como ocurre con las divisiones 
principales. Deben ser breves y concisas. Han de estar interconectadas. Y deben procurar 
educar el intelecto, inflamar las emociones y motivar a la voluntad del oyente, de tal manera 
que la persona integralmente se vea afectada por la Palabra de Dios. Para ello, su contenido 
debe ser cristocéntrico e impartido bajo la unción del Espíritu Santo. 
 
 
CAPÍTULO 4: 
EL COMIENZO Y EL FINAL DEL SERMON 
 
Los últimos procedimientos que completan la construcción de un sermón lo constituyen la 
Conclusión y la Introducción respectivamente. Ello se deja para el final, ya que a estas 
alturas recién el predicador tiene absoluta claridad en cuanto a cual será su mensaje. 
 
1. LA CONCLUSIÓN 
 
Es el broche final del sermón. No es el momento para repetir todo lo que se ha dicho 
anteriormente, ni para volver sobre puntos ya tratados. Es el tiempo para remarcar las 
verdades esenciales, para intencionar el propósito específico del sermón o para apelar a las 
decisiones y responsabilidad de la audiencia. Nunca se debe anunciar la Conclusión, ya que 
de lo contrario se pierde el impacto del mensaje. La finalización del sermón debe producirse 
naturalmente. 
 
Existen varias maneras de concluir un sermón. La más común es la recapitulación. Ella 
consiste en reiterar brevemente la enunciación de las divisiones principales, contextualizadas 
en la proposición. Otra manera de concluir es efectuando una gran aplicación o exhortación 
final de las verdades abordadas en el sermón. También se puede finalizar a través de una 
ilustración. 
 
Es necesario enfatizar que la Conclusión debe ser breve y solemne. Por lo general precede a 
una oración congregacional, una invitación a la consagración o a una invitación evangelística 
para aceptar a Jesucristo como señor y Salvador personal. 
 
2. LA INTRODUCCIÓN 
 
Esta importante parte del Sermón es la última en prepararse. Sin embargo, no por ello debe 
ser menos relevante. Por el contrario. Con la Introducción el predicador despierta el interés 
de su público. Basta pensar durante un momento. Si en una iglesia asisten 120 personas. Al 
momento de iniciar el sermón hay 120 ideas diferentes en cada cabeza. La introducción, por 
lo tanto deberá ser lo suficientemente motivadora para que aquellas 120 almas se coordinen 
y se entusiasmen con la propuesta del heraldo del Señor. 
 
Por lo antes expuesto, la introducción debe ser elaborada con esmero y dedicación. Debe 
ser breve, interesante, motivadora y desafiante. Puede o no contener algo de humor, todo 
dependerá del ambiente previo al sermón. Se puede elaborar mediante una cita célebre, una 
anécdota, una ilustración bíblica o extrabíblica, una noticia, un suceso histórico o 
simplemente a través de la contextualización histórica, cultural, teológica, filosófica, social, 
espiritual o emocional del pasaje que se expondrá. 
 
III. SEGUNDA PARTE: EL SERMÓN PREDICADO 
 
En la segunda parte de estos apuntes, se explicarán brevemente algunas cuestiones 
prácticas que se deben considerar al momento de exponer el sermón que ya se ha logrado 
bosquejar en la parte anterior. 
 
 
CAPÍTULO 5: 
TIPOS DE SERMONES 
 
La mayoría de los consejos tratados anteriormente pueden aplicarse en mejor medida a los 
sermones expositivos. Sin embargo existen varias clases de sermones. Sin profundizar en 
sus cualidades particulares, se considerarán a continuación algunos de ellos. 
 
1. La Homilía: Consiste en la lectura de un texto bíblico y su libre análisis. Este análisis 
puede ser teológico, pastoral, devocional, etc. 
 
2. El sermón textual: Es aquel cuyas divisiones se extraen directamente del texto. Admás 
en cuanto a su exposición generalmente sigue la misma secuencia del texto bíblico. 
 
3. El sermón Temático: Son aquellos en los que se propone un tema de discusión, el cual 
no necesariamente surge de un pasaje bíblico en particular. Sin embargo las divisiones 
se extraen de diferentes pasajes de la escritura. Para ello es fundamental efectuar una 
adecuada exégesis de cada porción considerada. 
 
4. El sermón Expositivo: es aquél que explica y aplica adecuadamente las ideas contenidas 
en un párrafo bíblico que posee unidad temática. Nace de la rigurosa interpretación del 
pasaje bajo estudio y no puede ser escindido del libro bíblico del cual proviene el texto. 
 
5. El Sermón Doctrinal: Es aquel que expone una o más doctrinas bíblicas. La teología es 
una ayuda excepcional para la elaboración de estos sermones. 
 
6. El Sermón Evangelistico: Es aquél mediante el cual se procura la conversión de los 
oyentes inconersos. 
 
7. El sermón Devocional: Es uno de los más comunes y procura motivar la comunión, 
adoración y acercamiento espiritual del creyente hacia Dios. En esta clase de 
predicación, se enfatiza la espiritualidad de la vida cristiana. 
 
8. El sermón Ético o Moral: Es aquel a través del cual se abordan temas que advierten, 
denuncian o increpan conductas o prácticas relacionadas con la moralidad cristiana. 
 
9. El sermón de Aliento: es aquel que procura animar a los oyentes en medio de situaciones 
problemáticas o dolorosas. 
 
10. El sermón Analógico: es aquel que se elabora mediante la comparación, metáfora o símil 
entre una figura y una realidad. Por ejemplo, “Los creyentes son la sal de la tierra”. En 
este sermón las divisiones consistirán en explicar los puntos de comparación entre el 
creyente y la sal. 
 
11. El sermón Histórico: Es aquél que describe una o varias épocas de la historia, con el 
propósito de realizar ciertas inferencias de ellas. 
 
12. El Sermón Biográfico: Es aquel que estudia a un personaje Bíblico para extraer lecciones 
de su vida. 
 
13. El sermón Conmemorativo: Es aquel que se predica en ocasiones o celebraciones 
especiales: Día de la Madre, Navidad, Semana Santa, etc. 
 
 
 
CAPÍTULO 5: 
COMPETENCIAS BÁSICAS DEL PREDICADOR 
 
¿Cómo debe ser un predicador? Muchos expertos en Homilética ofrecen recetas para 
modelar lo que en su opinión es un predicador ideal. Sin embargo se puede afirmar que la 
principal cualidad de un expositor de la Palabra de Dios, es que haya sido llamado por el 
Todopoderoso para tal comisión. En la Biblia hay tantos predicadores, como personajes 
llamados por el Señor para pregonar su verdad. Los hay intelectuales y poco cultos; ricos y 
pobres; elocuentes y serenos; se encuentran valientes y cobardes, pero todos ellos fueron 
convocados divinamente para tal misión. 
 
Con esta dificultad, resulta más sencillo apreciar al más grande de todos los predicadores y 
extraer de él sus cualidades y competencias básicas, para tratar de desarrollarlas 
personalmente. A continuación el Decálogo del Predicador llamado por Dios. 
 
1. Jesucristo era un estudioso de la Palabra. Hasta a su adversario principal lo combatió 
con una formidable habilidad para memorizar y aplicar adecuadamente las Sagradas 
Escrituras. 
 
2. Jesucristo estaba familiarizado con su audiencia. El buen predicador debe conocer, 
comprender y empatizar con su auditorio si desea que su mensaje sea bien recibido. 
 
3. Jesucristo empleaba imágenes y explicaciones sencillas para enseñar verdades 
profundas. Más valen dos gramos de humilde sencillez que toneladas de retórica y 
oratoria vanagloriosa. 
 
4. Jesucristo involucraba toda su integridad al predicar. Lloraba, se emocionaba, se 
enojaba, en fin se hacía uno de ellos. 
 
5. Jesucristo exaltaba a su Padre al predicar. El predicador que ha sido llamado por Dios 
nunca buscará la fama, ni el dinero, ni siquiera el más mínimo reconocimiento, pues 
estará demasiado ocupado procurando exaltar a su Señor. 
 
6. Jesucristo predicaba acompañado de la poderosa manifestación del Espíritu Santo. Si el 
sermón carece de unción y amor genuino, son solamente palabras. 
 
7. Jesucristo predicaba con un equipo, al que capacitaba constantemente. Un predicador 
individualista no honra al Señor. 
 
8. Jesucristo predicaba sin desalentarse, a pesar del constante rechazo. Un verdadero 
predicador debe ser siempre persistente. 
 
9. Jesucristo predicaba sin distinción de personas, incluso les predicaba a sus enemigos. 
 
10. Jesucristo predicaba con tal compromiso que llegó a morir por su mensaje. Los 
predicadores que Dios llama, no transan su mensaje por nada de este mundo vil y 
perverso, antes darían su vida como Esteban, Policarpo, Juan Hus y tantos otros 
anónimos mártires. 
 
 
IV. CONCLUSIÓN 
 
Las palabras finales de este sencillo apunte son una especie de compromiso. En el tiempo 
que terminan de escribirse estas notas, Septiembre del 2002, la situación del cristianismo 
evangélico chileno es preocupante. La herejía del evangelio de la prosperidad ha infectado a 
la mayoría de los medios de comunicación de nuestras iglesias. La cantidad de misioneros 
que envía este país al extranjero es vergonzosa. El contenido vacío, personalista, 
autorreferente y mediocre de las prédicas que salen a la luz pública es deplorable. La apatía 
por servir al Señor, provoca pereza. 
 
Tanto se criticó a los viejos pastores y sus testimonios gastados. Con exacerbada ironía se 
ridiculizó a los predicadores callejeros que por poco logran hacer de Chile un país cristiano, 
si no fuera por la llegada de los empresarios de la religión, quienes convencieron a nuestros 
evangélicos que tenían que ser millonarios, que sus iglesias debían ofrecer un show en vez 
de liturgias de adoración. Todo a través de un tergiversado “pacto”, cargado de avaricia y 
envidia. 
 
¡Ya basta! Es hora de llenar nuestros púlpitos con verdaderos hombres y mujeres llamados 
por Dios. Aunque haya que sacarlos de detrás de las majadas. Aunque sea necesario 
derrocar a los principescos mercenarios del discurso concupiscente y de la adoración a 
mamón. Es tiempo de predicar la palabra. Es hora de glorificar a Cristo. 
 
Si a usted, que se ha dado el trabajo de leer estas notas le late el corazón tan fuertemente 
como al autor de este folleto, siéntase invitado o invitada a acceder al llamado de predicar la 
gloriosa y eterna Palabra de Dios. 
 
 
V. BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA Y SUGERIDA 
 
Anderson, Justo. Manual de Homilética para laicos. (Buenos Aires: Junta Bautista de 
Publicaciones, 1973). 
 
Bluthardt, Manfred. Homilética 1. Guía para maestros y alumnos. (Viña del Mar: Departamento de 
educación, 1984) 
 
Broadus, Juan A. Tratado sobre la predicación. (El Paso; Casa Bautista de publicaciones, 1985). 
 
Costas, Orlando. Comunicación por medio de la predicación. (Miami: Editorial Caribe, 1982). 
 
Crane, James. El Sermón Eficaz. (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1971). 
 
Liefeld, Walter L., Cómo predicar expositivamente, (Deerfield Florid: Editoril Vida, 1990) 
 
Martínez, José. Ministros de Jesucristo. Ministerio y Homilética. Tomo XI. Volumen 1. (Barcelona: 
Editorial Clie, 1977). 
 
Perry, Lloyd. Predicación Bíblica para el mundo actual. (Miami: Editorial Vida, 1986). 
 
Rodríguez, Rafael A. Homilética Simplificada. (Barcelona: Editorial Clie, 1983). 
 
Spurgeon, Carlos. Discurso a mis estudiantes. (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1950). 
 
Vila, Samuel. Manual de Homilética. (Barcelona: Editorial Clie, 1984). 
 
White, Douglas. Predicación expositiva. (El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1980). 
 
Woodworth, Floyd. La Escalera de la Predicación. (Miami: Editorial Vida, 1974).